
Nuestra mente constantemente está saltando de un pensamiento a otro, pasan miles de pensamiento a diario y a cada rato tenemos nuevos pensamientos que vienen y van y que muchas veces mantiene nuestra mente alejada de lo que estamos haciendo en el momento.
El mindfulness o atención plena es una filosofía de vida que nos permite ser consciente de lo que hacemos en el momento en que lo hacemos. Nos permite aprender a relacionarnos de forma directa con aquello que está ocurriendo en nuestra vida, aquí y ahora, en el momento presente.
Cuando no ponemos atención a la experiencia presente, nos encontramos más preocupados por lo que ocurrió o por lo que aun no ha ocurrido. Esto nos lleva al descuido, al olvido, reaccionando de manera automática y desadaptativa.
El mindfulness es prestar atención a propósito, en el momento presente y sin juzgar. Implica prestar atención a las experiencias corporales, pensamientos y emociones con interés, curiosidad, autocompasión y amabilidad.
Para practicar el mindfulness o atención plena se requiere de ciertas actitudes:
1. No juzgar: observación imparcial sin criticar, ni evaluar como bueno o malo.
2. Aceptación: ver las cosas tal como son, aceptando la experiencia presente de manera intencionada, lo que tiene una gran relevancia sobre todo para aquello con lo que tenemos que convivir y no podemos cambiar ni controlar
3. Observar con curiosidad: percibir la realidad como si fuera la primera vez que la viéramos.
4. Paciencia: el proceso lleva algún tiempo para adquirir lo que se está aprendiendo.
Puede ser practicada de manera formal a través de la meditación y centrando nuestra consciencia en la respiración o de manera informal con actividades en el día a día, que permiten que la práctica se vaya integrando paulatinamente de manera sencilla y natural en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo aplicar la atención plena en el día a día?
Al despertar: Aún dentro de la cama, asegurarse durante unos segundos de estar presente, aquí y ahora. Antes de pensar en todas las tareas que nos esperan preguntarse a si mismo con amabilidad qué tal hemos dormido y cómo estamos.
Ducharse con atención plena: apreciando el tacto del agua, los cambios de temperatura, el olor del jabón.
Café concentrado: Escuchar el sonido del hervidor, observa el proceso de elaboración de café o té. Despertar el olfato con su aroma. Observar los colores cambiantes al hacer alguna mezcla. Sentir el calor de la taza en las manos. Finalmente, analizar el sabor tomando pequeños sorbos.
Cualquier actividad, ejemplo, lavar los platos realizarla con atención plena.
La escucha atenta: Por lo menos una conversación al día, con cualquier persona con quien interactuemos, proponerse escucharla con toda nuestra atención. Escuchar sin interrumpir, sin dar nuestra opinión, sin autocompletarle las frases.
El auto-chequeo: Hacer una pausa y evaluar el estado de nuestro cuerpo y mente. ¿Cómo es nuestra postura?, ¿Estamos apretando las mandíbulas?, ¿Tenemos sed? Introducir estos mini chequeos más o menos cada hora.
Dedicar 10-15 minutos para sentarse sólo con un lápiz y un cuaderno. Durante este tiempo escribir todos los pensamientos que se pasen por nuestra mente sin seleccionar.
Respiración profunda al anochecer.
Algunos beneficios del mindfulness son:
• Ayuda a vivir una vida con más plenitud y más consciente en el aquí y ahora.
• Reduce el estrés y la ansiedad ya que aporta un estado de calma y serenidad, beneficiando nuestra salud la física y emocional.
• La meditación mindfulness refuerza la estructura neuronal del cerebro.
• Mejora la capacidad de concentración en lo que estamos haciendo.
• Favorece la creatividad: una mente calmada tiene más espacio para generar ideas nuevas.
• Desarrolla la inteligencia emocional: nos permite tener un mejor reconocimiento de las emociones, lo que constituye el primer paso para gestionarlas mejor.
• Mejora las relaciones interpersonales
• Ayuda a responder mas que reaccionar, es decir, responder de forma consciente y no reaccionar de manera automática.
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