
El 31 de marzo se declara como el día mundial contra el cáncer de colon, no por nada se le otorga un día para ser recordado; este cáncer constituye parte de las neoplasias más frecuentes a nivel mundial, y en nuestro país, confirman al cáncer digestivo como el tercero más frecuente en la población, luego del cáncer de próstata y de mama.
Además de un día para ser recordado, más bien, se trata de concientizarnos a todos sobre la necesidad y beneficios de llevar hábitos de vida saludables, ya que este cáncer tiene un origen multifactorial, donde una serie de factores aumentan el riesgo de su desarrollo, como lo son la malnutrición, sobrepeso u obesidad, sedentarismo y consumo de tabaco y/o alcohol.
Diversos estudios han demostrado la importancia de una buena alimentación en la prevención del desarrollo de este tipo de cáncer, casi la mitad de los tumores podría ser prevenido a través de mantener una alimentación saludable.
Por ejemplo, una alimentación rica en frutas y verduras, así como el consumo de lácteos descremados sin endulzar (los cuales nos aportan probióticos, regeneradores de la microbiota intestinal), ayuda a disminuir el riesgo al generar un efecto protector sobre el intestino.
Por el contrario, el abuso de las carnes rojas, sobre todo las expuestas más del tiempo necesario o deliberadamente a la llama para su cocción o “quemadas”, o bien las procesadas o ultrapocesadas de manera industrial, sumado a la ingesta exagerada de alcohol y tabaco, pueden, a raíz de su asociación con sustancias tóxicas, desequilibrar y generar cambios en las células de la mucosa intestinal, provocando alteraciones y efectos carcinogénicos. Si bien no podemos evitar el envejecimiento ni las características genéticas heredadas para prevenir el cáncer de colon, sí podemos seguir ciertos estilos de vida que nos ayudarían a prevenir no solamente el cáncer de colon si no que a tener una buena calidad de vida.
Por ejemplo:
Mantener un peso adecuado: procurar tener un IMC entre 18,5 y 24,99 lo que se clasificaría como un estado nutricional normal, libre de sobrepeso u obesidad.
Consumir frutas y verduras: consumir como mínimo 5 porciones diarias entre frutas y verduras, en lo posible, de diferentes colores, otorgaría protección contra el cáncer a través del aporte de componentes anti carcinogénicos, tales como antioxidantes (principalmente carotenoides, vitamina C y E), ácido fólico, flavonoides, entre otros.
Consumir ácidos grasos poliinsaturados, principalmente n-3 y n-6: pescados, aceite de oliva extra virgen, canola, soya, raps o de pepa de uva, aceitunas, palta, frutos secos. Consumir pescados mínimos 2 veces por semana y diariamente los otros alimentos.
Moderar el consumo de carbohidratos: harina de trigo, harina de maíz, pan, arepas, cereales, galletas, papas, fideos y arroz. Existe relación entre el índice glicémico de los alimentos y el desarrollo de algunos cánceres, especialmente gástrico, colónico y del recto. Los carbohidratos con un alto índice glicémico, como los nombrados anteriormente, además de producir subida de peso, resistencia a la insulina y diabetes, que se ha relacionado con un aumento del riesgo de cáncer. Estos deben consumirse con moderación (para cada persona existe un requerimiento diferente) en los horarios adecuados (sólo en el desayuno y almuerzo), y en lo posible en su forma integral, ya que en este caso el índice glicémico es menor y tienen aporte de fibra,
Evitar el consumo de carnes rojas (carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra), sometidas a cocción de altas temperaturas: carnes quemadas, rostizadas, carbonizadas o ahumadas, fritas o cocinadas directo a las llamas como es el caso de carnes a la parrilla o asadas, está comprobado que las sustancias químicas resultantes de este tipo de cocción son mutagénicas, es decir, causan cambios en el ADN que pueden aumentar el riesgo de cáncer.
Evitar carnes procesadas o ultraprocesadas: tipos de carnes que han sido transformadas a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado, u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación. La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o carne de res, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves, menudencias o subproductos cárnicos tales como la sangre. Ejemplos de carnes procesadas: salchichas, vienesas, hamburguesas, longanizas, prietas, interiores, cecinas de todo tipo, jamones, carne en conserva, carne seca, carne en lata, y las preparaciones y salsas a base de carne. Estudios estimaron que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en aproximadamente un 18%.
Además, se recomienda la restricción del consumo de grasas de origen animal, por el alto contenido de grasas saturadas y su asociación con el riesgo de cáncer de colon, como lo son, por ejemplo, la mantequilla, margarina, productos de pastelería, helados, cremas, lácteos enteros, quesos amarillos, mayonesas, salsas. Además, preferir alimentos libres de grasas hidrogenadas y trans y no incluir las frituras en la alimentación diaria.
Evitar las bebidas alcohólicas
No fumar
Realizar como mínimo 3 veces a la semana, 30 minutos de ejercicio leve (por ejemplo, caminata rápida).
¡El cáncer se puede prevenir, por lo que todas las recomendaciones anteriores juegan un rol muy importante en el cuidado de nuestra salud y en la de nuestros seres queridos, no te arriesgues, toma el camino de la prevención!