
El papel del psicólogo en los pacientes con hepatitis crónica es apoyar a los pacientes y a sus familiares a adaptarse a los cambios que supone esta enfermedad y enfrentar los diversos problemas que se van presentando, así como ayudarlos a mantener de la mejor manera posible su calidad de vida.
Desde el momento en que al paciente le comunican la presencia de esta enfermedad, el psicólogo puede intervenir ayudándolo a él y a su familia a aceptar y asumirla, trabajando en reducir la angustia que produce la incertidumbre de lo que vendrá a futuro y las ideas negativas que puedan surgir con respecto a su esperanza de vida. Producto de esta incertidumbre, los pacientes pueden tener reacciones emocionales como miedo, rabia, tristeza y angustia que deben ser atendidas y trabajadas en conjunto.
Por otro lado, el apoyo psicológico se encamina a ayudar a los pacientes a tomar decisiones con respecto a la enfermedad, desde qué tratamientos seguir, a aspectos fundamentales como cambios en los hábitos de vida de los pacientes para adoptar hábitos más saludables como dejar de fumar y beber alcohol, alimentación adecuada, cambiar rutinas, etc.
También es importante el apoyo a los pacientes sobre qué se va a comunicar y explicar a las personas conocidas y qué no; y a enfrentar los miedos que pueden surgir como: perder el trabajo, el rechazo de su entorno social, preguntas indiscretas y los rumores que puedan surgir.
Es importante la ayuda del psicólogo en trabajar la culpa que pueda surgir en los pacientes. Las hepatitis B y D se transmiten a través de la sangre y por vía sexual. La hepatitis C solo a través de la sangre, como por ejemplo, por el uso de agujas infectadas (como las usadas para drogas, tatujes). El paciente puede experimentar culpa asociada a los pocos cuidados y haberse contagiado. A su vez suelen generar prejuicios en el resto de las personas que los relacionan con determinados estilos de vida (promiscuidad y consumo de drogas). El psicólogo puede ofrecer contención y orientación a los pacientes para sobrellevar los estigmas y prejuicios que pueden surgir en el entorno.
A su vez la intervención psicológica también debe dirigirse a los familiares cercanos de modo de reducir el impacto que trae para ellos también los cambios en la vida de la persona y para reforzar el papel de apoyo que tienen durante la enfermedad y tratamiento de la persona enferma.
Por último algunos consejos para sobrellevar la enfermedad:
Al principio se generan sentimientos negativos asociados a la angustia, miedo y tristeza asociados al desenlace que pueda tener esta enfermedad. Es importante aprender a valorarla en su justa medida, es decir, como una enfermedad crónica que con los cuidados adecuados, se puede llevar una vida normalizada.
Mientras mejor se esté anímicamente, mejor se influirá positivamente en la enfermedad.
Evitar aislarse y vivir la enfermedad en silencio, el apoyo de la familia y amigos es fundamental en el tratamiento y calidad de vida de la persona.
Solicitar ayuda psicológica cuando se sienta invadido por la angustia, miedo y rabia. El psicólogo puede proporcionar la orientación y contención necesaria para sobrellevar la enfermedad y tratamiento.