top of page

Efectos del tabaco en la Nutrición.

Nutricionista Natalia Rossel

El tabaco causa la muerte de casi 6 millones de personas en el mundo cada año, según la Organización Mundial de la Salud.

El hábito de fumar nos perjudica a nivel general físico y psicológico, es decir, a casi todas las funciones de nuestro organismo, daña a la mayoría de nuestros órganos, es uno de los principales factores de enfermedades como el cáncer, cardiovasculares y pulmonares y además tiene un efecto dañino en nivel de nuestra nutrición.

Fumar aumenta los niveles de colesterol “malo" (LDL y VLDL) y a su vez disminuye las concentraciones del colesterol HDL o “bueno” o protector de nuestra salud cardiovascular. Lo anterior nos favorece a formar placas de ateroma por ende padecer de arteriosclerosis.

Por otro lado el humo del tabaco produce el aumento de radicales libres, los que desestabilizan las moléculas presentes en nuestro organismo al ser altamente reactivas, produciéndonos envejecimiento prematuro, mutaciones en el ADN, enfermedades pulmonares, cardiovasculares, cáncer, aterosclerosis, afecta el sistema inmunológico, nervioso, la memoria y el aprendizaje.

A nivel de nuestra nutrición:

Los componentes del humo del cigarro interaccionan ya sea con la absorción, disponibilidad o cantidad de algunas vitaminas (Vit C, Vit E, ácido fólico, Vit A, Vit D entre otras.). Por ejemplo, en relación con la vitamina C el tabaco es muy perjudicial, ya que decrece en las personas fumadoras, por lo que no se estaría completando su requerimiento diario para nuestro organismo. Lo mismo pasa con otras vitaminas que interactúan con los componentes del cigarro.

Fumar impide la absorción y utilización del complejo vitamínico B a nivel intestinal y hepático.

Fumar modifica el sentido del gusto y del olfato.

Fumar disminuye en el estómago las contracciones, por lo que se atenúa la sensación de hambre.

La cantidad de vitamina D también decrece en personas fumadoras en comparación con las personas que no tienen el hábito.

Si usted aún no fuma sería de gran ayuda conocer que a nivel psicológico el estrés que produce la falta de nicotina, la ansiedad que produce fumar o el insomnio que se puede ocasionar al abandonar el tabaco, puede provocar que la comida se convierta en una aliado, ya que se busca en los alimentos la sensación de placer o calma que entonces proporcionaba el cigarro.

Estos motivos y un sin fin de otros más son las consecuencias de tener un hábito tabáquico, por lo que si ya se tiene éste hábito es de vital importancia el aporte de antioxidantes en la dieta; los antioxidantes son compuestos químicos que el cuerpo humano utiliza para eliminar radicales libres, en condiciones normales, los antioxidantes atrapan a los radicales libres y ejercen de barrera protectora frente a este mecanismo de oxidación. Pero si falla esta protección (como ocurre cuando se inhala el humo de tabaco) es necesario reponer las perdidas.

Antioxidantes y fuentes en la dieta:

  • Vitamina A: lácteos en general (preferirlos descremados y sin azúcar), huevos, zanahorias, papaya, naranja.

  • Vitamina D: sólo se obtiene por exposición solar.

  • Vitamina E: aceites vegetales (oliva, palma, canola, etc.), frutos secos como almendras y nueces, cereales integrales, semillas y verduras de hoja verde.

  • Vitamina C: verduras y frutas cítricas de preferencia (limón, naranjas, manzanas, ciruelas, piñas).

  • Magnesio: frutos secos, salvado de avena, arroz integral, almendras, avellanas, espinacas, acelgas, plátanos, leche.

  • Zinc: carnes rojas (preferirlas magras), pollo, pavo, pescados, huevos y lácteos.

  • Vitaminas del complejo B: frutas y verduras (verduras de hoja verde, espinacas, naranjas, plátano), pescados (salmón, atún), pollo, pavo, huevos, legumbres y frutos secos.

Luego de dejar un mal hábito siempre debemos tratar de cuidarnos de no entrar en otro, como por ejemplo, consumir un alimento azucarado en el momento en que anteriormente se fumaba, para esto es de gran ayuda evitar rutinas en las que se acostumbraba a fumar, cambiándolas por otras (por ejemplo, en vez del café de sobremesa, salir a dar un paseo).

Entonces puede ser un gran problema cuando desde el exterior recibimos grandes cuotas de radicales libres y no suficientes antioxidantes. Siempre debemos comer frutas y verduras, beber suficiente agua, respirar aire puro y tener unos hábitos saludables para contrarrestar el desarrollo de radicales libres, un hecho que no podemos eliminar pero sí frenar.

Artículos

bottom of page