
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se suicidan en el mundo entre 800.000 y 1.000.000 de personas, situando al suicidio dentro de las primeras 5 causas de muerte y constituyéndose así en un problema de salud pública.
En el mes de la salud mental hablaremos acerca del suicidio, algunas causas y cómo detectar riesgos y señales de advertencia para enfrentarlo.
El suicidio es probablemente la muerte más desoladora que existe y que más impacto psicológico alcanza directa y dramáticamente a los familiares.
En él hay tres componentes básicos; a nivel emocional la presencia de un sufrimiento intenso; a nivel conductual, una carencia de recursos psicológicos para hacer frente a este sufrimiento; y por último, a nivel cognitivo, una desesperanza profunda ante el futuro, acompañada de la percepción de la muerte como la única salida posible.
En otras palabras, son personas que sufren y que están desbordadas por este sufrimiento y no tienen la más mínima esperanza en el futuro. No encuentran ninguna manera de evitar el dolor, solo quitándose la vida. Pero aún así, las personas suicidas en realidad, no quieren morir sino que solo quieren dejar de sufrir y desearían que existiese otra alternativa que no pueden encontrar.
Es por esto, que es de suma importancia saber detectar algunas señales para brindar la pronta ayuda por especialistas a la persona que esta considerando la conducta suicida como una vía.
Antes de abordar como detectar las señales de advertencia, veremos algunas causas en las distintas etapas de la vida.
En la adolescencia, algunos desencadenantes son: el consumo abusivo de alcohol o drogas, la aparición de una depresión o de un brote psicótico, un entorno familiar y social deteriorado, un problema amoroso, una orientación sexual no asumida, el fracaso escolar reiterado, y en el último tiempo, se ha visto un aumento producto del bullying o ciberbullying. A nivel psicológico se observa también la presencia de algunas características de personalidad como la impulsividad, la baja autoestima e inestabilidad emocional.
Es decir, se trata en su mayor medida, de jóvenes impulsivos, con depresión, ansiedad u otro tipo de psicopatologías, que además abusan de alcohol u otras drogas.
En los adultos, se ha visto que se puede tratar de personas que experimentan una sensación de fracaso personal, laboral y familiar o un reproche social que les sume en una profunda desesperanza.
Añadido a esto, la presencia de soledad, una red de apoyo pobre, trastornos mentales, específicamente depresión, o de enfermedades crónicas.
En la vejez el suicidio es más frecuente en personas que se sienten solas, deprimidas y con enfermedades incapacitantes. Las motivantes serían la soledad, la sensación de ser una carga para los demás y las enfermedades crónicas, sobre todo cuando generan depresión, malestar, incapacidad y aislamiento social.
Las mayoría de las personas suicidas dan señales de advertencia, la mejor manera de prevenir el suicidio es reconocer estas señales y abordarlas, ya que éstas no solo son señales de advertencias, son también un grito de ayuda de la persona.
Algunas señales de personas que están considerando el suicidio son:
Hablan de suicidio: cualquier conversación sobre suicidio, morir o auto lastimarse. Frases como “si no hubiera nacido”, “estaría mejor muerto”
Preocupación por la muerte: enfocarse siempre en la muerte, escribir sobre la muerte.
No hay esperanza para el futuro: sentimientos de estar atrapado, impotencia, desesperanza. No ven que las cosas vayan a mejorar o cambiar.
Sentimientos de inutilidad, vergüenza, culpa, odio a sí mismo. Sentirse como una carga “todo el mundo está mejor sin mi”
Ponen sus asuntos en orden: hacen un testamento, regalan sus posesiones.
Dicen adiós o se despiden como si no fueran a ver a su gente de nuevo.
Se retraen: se aíslan y quieren que los dejen en paz.
Tienen comportamientos autodestructivos como el aumento del consumo de alcohol o drogas, sexo arriesgado o conducción temeraria e imprudente.
Sienten una excesiva sensación de calma luego de un periodo de excesiva depresión, lo que puede significar que ha tomado la decisión de quitar su vida.
¿Qué hacer en caso de detectar señales de advertencia?
Lo más importante es nunca desestimar ni ignorar las referencias directas e indirectas a la muerte, ya que puede ser un grito de ayuda de la persona. Si no está seguro, la mejor manera de averiguar estos pensamientos es preguntando. Darle a la persona la posibilidad de expresar sus sentimientos puede proporcionar alivio de la soledad y de los sentimientos negativos reprimidos, y puede prevenir un intento de suicidio.
Dejar que la persona sepa que a usted le importa, y que no está solo.
Escuchar a la persona y dejar que descargue su desesperación e ira, el hecho de conversar es una señal positiva.
No juzgar y ser comprensivo, respetuoso y calmado. La persona está haciendo lo correcto al hablar de sus sentimientos.
Ofrecer esperanza, asegúrele que hay ayuda disponible y que estos sentimientos son temporales. Hágale saber que su vida es importante para usted.
Tomar a la persona en serio, si la persona manifiesta cosas como estar deprimido y no ver una salida, preguntar directamente si tiene pensamiento de suicidio. Al preguntar no le estamos poniendo ideas en su mente, le estamos demostrando que nos preocupa, que lo tomamos en serio y que está bien que comparta su dolor.
Nunca discutir con la persona, actuar sorprendido, prometerle que va a guardar su secreto, o aconsejar. No se trata de qué tan grave sea el problema si no del sufrimiento de la persona.
Por último, lo más importante es ofrecer apoyo pero no asumir la responsabilidad de hacer que la otra persona esté bien. Uno no puede mejorar a la persona suicida pero si puede ayudarla a encontrar el apoyo por parte de los profesionales que necesita. En este sentido, es fundamental animar a la persona a consultar con profesionales de la salud mental.