
Dolor Crónico.
Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, el dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño real o potencial del tejido.
El dolor tiene una función protectora, es decir, nos alerta cuando algo es peligroso. Por ejemplo, al poner la mano en algo caliente, el dolor nos impulsa a retirar inmediatamente la mano de esa agresión para evitar más daño.
En ese sentido, el dolor es la sensación más rápida, que nos indica que debemos protegernos. Sin embargo, cuando el dolor empieza a surgir en un contexto donde no hay un daño en los tejidos ni un potencial daño real, éste se vuelve una enfermedad en sí mismo.
Cuando la molestia persiste más allá de seis meses, hablamos de dolor crónico.
Por lo tanto, dolor crónico es aquel que persiste más allá de seis meses, no cumple una función biológica útil, causa sufrimiento, discapacidad e invalidez y disminuye la calidad de vida.
Diagnóstico y tratamiento
Hay que partir de la base que el dolor es una experiencia subjetiva, por lo que el diagnóstico siempre depende de lo que relata la persona, de su historia clínica y de lo que ella manifiesta al examen físico.
En algunos casos se pude recurrir a estudios más específicos para evaluar la función de los nervios y las vías del dolor, lo que nos permite evaluar posibles daños estructurales. Sin embargo, muchas veces no contamos con ningún examen que nos certifique lo que cuenta el paciente, por lo que el diagnóstico es eminentemente clínico.
Una vez que se hace el diagnóstico, se debe pensar en el tratamiento como un conjunto de acciones multidisciplinarias enfocadas a mejorar la calidad de vida del paciente. No existe un fármaco que bloquee o anule por completo el dolor, pero en la mayoría de los casos éste se puede modular, controlar y disminuir su intensidad.
También es fundamental el apoyo de kinesiólogos y enfermeras que eduquen al paciente en conocer su enfermedad y cómo enfrentar el dolor. En otras ocasiones, se necesita del tratamiento concomitante con equipos de salud mental como psicólogos y psiquiatras junto con el uso de antidepresivos, ya que trastornos del ánimo se asocian a disminución del umbral del dolor y peor resultado en los tratamientos.
Asociación con depresión
El dolor crónico es una de las enfermedades que más se asocian a los trastornos del ánimo como la depresión. Ambos sistemas biológicos son similares y están integrados, usando los mismos neurotransmisores tanto para las vías del dolor como para los sistemas asociados al ánimo. El 80% de los pacientes con dolor crónico cursan con algún episodio depresivo o tienen síntomas de depresión.
La realidad chilena
Según datos de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED), en nuestro país un 32 % de los habitantes sufren dolor crónico no oncológico, esto es aproximadamente cinco millones de personas.
El informe agrega que las chilenas sufren más dolor crónico que los hombres y que este afecta con mayor frecuencia a los adultos de entre 50 y 64 años. Otros datos indican que en un 65 % de los encuestados la molestia es de intensidad moderada y en un 20 % severa. En el 40 % se presenta diariamente. Sin embargo, solo un 6 % ha consultado a un médico especialista en dolor y un 13 % reconoce que se automedica para aliviar la dolencia, lo que suele hacer con paracetamol y antiinflamatorios.
Este padecimiento también se asocia en gran medida al aumento en el ausentismo laboral. Según datos de la Superintendencia de Salud, los dolores crónicos musculo esqueléticos son la segunda causa de licencias médicas. Los diagnósticos más comunes son: lumbago, dolor miofascial (de los músculos de la espalda, cuello y hombros), fibromialgia, dolor articular, artrosis, espondilitis, cervicalgia (dolor en el cuello), hombro doloroso, tendinitis entre otros.

Fibromialgia
Aunque no está definida como una enfermedad propiamente tal, pues no posee características patológicas ni un agente causal determinado ni puede ser demostrada a través de exámenes de laboratorio, la fibromialgia es un padecimiento real e indesmentible, pero a menudo incomprendido, que daña seriamente la calidad de vida. Afecta a siete mujeres por cada hombre y provoca frecuentes conflictos familiares.
Se ha descubierto que, a pesar de no tener características definidas, la fibromialgia es un disturbio en el procesamiento del dolor. Al observar el cerebro del paciente con fibromialgia en estudios funcionales complejos, se aprecia que los centros del dolor están activados. Se postula que los pacientes que padecen esta condición poseen un umbral del dolor mas bajo que el resto de la población.
Síntomas y diagnóstico.
El síndrome se caracteriza por la presencia de dolor en 18 puntos específicos del cuerpo, entre ellos, la base del cuello, el codo y la parte medial de las rodillas. Si hay dolor en 11 puntos en forma persistente y difusa por al menos tres meses y a esto se suma una fatiga permanente y, ocasionalmente, síntomas neurológicos o cognitivos, como olvidos frecuentes y disminución de la capacidad para concentrarse, sensación de hormigueo y cambios de color en la piel, estamos frente a una sospecha de Fibromialgia.
En ese caso se recomienda consultar a un reumatólogo para descartar enfermedades como la artritis y otro tipo de patologías reumatológicas, así como también hiper o hipotiroidismo.
Si bien no existe cura, el tratamiento puede mejorar notablemente las molestias. Este debe ser individualizado, algunos pacientes sienten alivio con la sola explicación de que en ningún caso se trata de una enfermedad grave, progresiva ni invalidante. Otros, requieren el manejo de un equipo multidisciplinario que ayude a desarrollar un tratamiento individualizado.
No existen remedios mágicos, sin embargo, en algunos pacientes se pueden prescribir analgésicos simples, como el paracetamol, o relajantes musculares. Corticoides y antiinflamatorios no tiene una indicación actual en el manejo del dolor, puesto que no es una patología inflamatoria.
En algunos casos se requiere ayuda psicológica o psiquiátrica, y a menudo el paciente debe tomar antidepresivos, que se usan principalmente por su efecto sobre el umbral del dolor y no se prescriben necesariamente para una depresión.
El tratamiento tiene también un aspecto relacionado con la terapia física: masoterapia, ultrasonido o ultratermia. La actividad física debe empezar muy lentamente ya que en general las personas con fibromialgia muestran una mala condición física porque han evitado el ejercicio debido a su malestar.
Dado que es una patología poco conocida, que amerita un tratamiento multidisciplinario, se recomienda que ante síntomas consulte con su médico.